lunes, 6 de septiembre de 2010

DE ALGO NOS TENEMOS QUE MORIR


Cuántas veces hemos escuchado: "De algo nos tenemos que morir", "Total, si me he de morir mañana", "Lo bailado y lo cantado nadie me lo quita". He de confesar que incluso yo en alguna ocasión, hice este tipo de comentarios.
Y es que nadie valora lo que tiene, hasta que lo ve perdido, refiriéndome con esto a lo más preciado que posee el ser humano: La salud.
No todos tenemos en nuestro país, la cultura de la prevención, y a mucha gente no le gusta ir al médico para chequeo rutinario, "¿para qué voy?, para que me digan que estoy enfermo de algo y me empiecen a restringir lo que me gusta hacer", "sino estoy enfermo". Y es que la mayoría de los papás llevan a sus hijos al médico de forma mensual antes del año de edad, pero después sólo van a consultar cuando están enfermos.
Las autoridades de salud gubernamental se han enfocado en la medicina preventiva, ya que descubrieron con gran atino que es más económico prevenir que curar. Pero desafortunadamente los programas preventivos tienen más tintes políticos que en realidad prevenir la salud. Y es que desde el inicio han perdido el rumbo ¿Por qué?, pues porque están realizando medicina preventiva en gente enferma. La mayoría de los pacientes que acuden a consultar a una clínica, por lo general tienen una afección en su estado de salud, luego entonces, la prevención ya no es tan efectiva.
Se hacen grupos de ayuda para personas obesas, para pacientes que padecen hipertensión arterial, diabetes, descontrol de colesterol y triglicéridos, pero son muy pocos los que en realidad siguen en estos grupos de forma constante, y son mucho menos los que de verdad logran un control real en sus patologías. ¿A que se debe? La respuesta es sencilla: Es muy difícil reeducar a un adulto.
Este es otro punto en el que las instituciones de salud están fallando: Hacen medicina preventiva en el adulto que ya ha crecido con deformaciones conductuales y creencias, así como influencias sociales y culturales.
Sin dejar de hacer promoción a los adultos, la mayoría de los esfuerzos se deben enfocar a los niños. Y es que en la actualidad, los problemas de salud se están presentando desde muy temprana edad.
Comentaba que no se debe dejar de trabajar en los adultos, más que nada para prevenir las complicaciones de las enfermedades crónico-degenerativas, pero también para hacer de estos pacientes, potenciales promotores de salud en su seno familiar.
Este comentario es porque la mayoría de nosotros, somos lo que nuestros padres nos enseñaron (consciente o inconscientemente), con sus usos y costumbres, con sus hábitos alimenticios y de ejercicio (o de sedentarismo) y que tenemos esa carga genética predisponente de las enfermedades que ellos padecen.
A continuación les pongo el siguiente ejemplo:
"Yo soy gordito, por que mis papás también lo eran y me lo heredaron" Efectivamente, y no sólo le heredaron la carga genética, sino también los malos hábitos alimenticios: comer con mucha grasa, con exceso de harinas, con azúcares refinados, con una cantidad impresionante de refrescos embotellados, (exceso de calorías y carbohidratos) con un sedentarismo a más no poder.
Y como ese ejemplo, existen muchos: Familias con antecedentes de cáncer y problemas pulmonares, pero que no dejan de fumar; enfermedades cardiovasculares, pero con una ingesta muy grande del consumo de grasas de origen animal y sedentarismo; pérdida de la función renal (insuficiencia renal) de la vista o amputaciones en pacientes diabéticos, con familia directa que tiene obesidad, que no realiza ejercicio, y que tampoco cuida sus hábitos de alimentación.
Luego entonces, cuando estamos enfermos, es muy fácil irnos por la tangente diciendo las frases con las que se inició este texto: "De algo nos tenemos que morir", "Total, si me he de morir mañana", "Lo bailado y lo cantado nadie me lo quita". Pero desafortunadamente este tipo de padecimientos van matando muy lentamente al paciente, con mucho sufrimiento y dolor, para el enfermo y su familia.
Los que tenemos la pena de tener familiares con secuelas de enfermedades prevenibles, muchas veces sentimos un fuerte sacudón al momento del evento agudo, pero posteriormente nos vamos
habituando a vivir con ese dolor, y olvidamos prevenir en nosotros las causas de esas enfermedades.
La salud es una responsabilidad compartida. Enseñemos a nuestros hijos a comer sanamente, a realizar ejercicio, a no tener costumbres nocivas (como las adicciones permitidas y no permitidas), pero sobre todo, tomemos conciencia de que nadie puede solo, que el apoyo debe ser con toda la familia, por convicción, no por imposición o por necesidad. Adoptemos la cultura de la prevención desde antes de tener enfermedades.
La prevención se debe dar desde la infancia, estemos enfermos o sanos, educándonos, pero sobre todo aplicando en nosotros y en nuestra familia las enseñanzas adquiridas en materia del cuidado de la salud.

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
http:medicasanvicente.sitiosprodigy.mx